Cuando llegas a tu primera casa con esas paredes lisas acolchadas, y sientes todas las comodidades que te rodean: una buena cama, el aire acondicionado, comida las 24 horas; todo al instante, todo sin esfuerzo, esas palabras hermosas, de afuera para adentro. Y después del tiempo del deleite perfecto, tienes que entrar en la obra de la vida. El nacimiento es el día de comienzo de nuestros pesares y de nuestros males. 

Esas palabras hermosas que escuchabas se transforman en sufrimiento si a donde llegaste no hay leche: a sufrir sin pedirlo. Eso estaba escondido dentro de un mundo que no conocías. ¡A iniciar con tu destino! …cualquiera que este sea.

Y pasas a ser niño que, conforme creces, vas descubriendo que el mundo es un lugar difícil para vivir bien. En esas condiciones, todo son preguntas sin respuestas. No hay diccionario para consultar. No hay una página, una serie para educar. La tecnología no está presente. 

Si le agregamos la decadencia de valores en nuestra sociedad, acompañado del vivir dentro de una familia disfuncional, con falta de comunicación, un caso de violencia física, o psicológica, tal vez las dos, con padres solapadores por herencia, con conductas aprendidas; pierdes tu identidad y te vas formando de miedos, que te llevan a entrar en un mundo peligroso. 

Las emociones se desequilibran, viene el acercamiento temprano a grupos parasociales de barrio en los que te sientes aceptado, escuchado y comprendido. Sientes calmado tus males, te da seguridad, te sientes fuerte, muy hombre, lleno de ilusiones vanas y pasajeras, con una salida fácil con un final casi siempre trágico; porque ese disfrute lo sientes al consumir drogas: para huir de la realidad, para olvidar los problemas, para relajarse donde los daños son fuertes, profundos. No tan fácil se sale… 

Y así se va perdiendo la dirección de tu futuro incierto, en donde las ansias por calmar tus nervios te envuelven en conductas fuera de la ley, a robar o corromperse; lo que se ponga con tal de calmar el nervio. Y si son con emociones fuertes mejor, ‘no hay nada que perder’ hasta quedar tirado por un balazo, una sobredosis, una riña, un ajuste de cuentas o, en el mejor de los casos, en manos de la ley. Y se acabó tu libertad física, de expresión, y de todo lo que de libertad se trate. Todo por sobrevivir y buscar el consumo que calme las ansias de drogarse y olvidar el rencor latente hacia Dios, hacia la familia y la sociedad. 

No seas como aquellas personas que eligen el camino fácil, el que calma los nervios hoy para estar incierto mañana, no seas de esos, que hay en todas partes; evítalos, que ninguna humillación, represión, dolor o miedo pueda apagar el deseo de libertad. Date la oportunidad de compartir el mundo, quiérete, busca una salida de emergencia, busca a Dios como tu lo entiendas. Tú tienes la oportunidad de ser diferente, de tener una mejor vida. Con todas las carencias que se te atraviesen, tú puedes ser fuerte, responsable. Date amor, lleva una vida suma, en armonía con la sociedad.

Y juntos soñemos con una nación fuerte, con un gobierno que desea hacer feliz a su pueblo, que sabe cómo lograrlo sin necesidad de un buen salario a cambio de un buen trabajo. Tú puedes y tú puedes hacer en cambio en tu historia y en la historia de otros que se crucen por tu camino. Eres niño, eres joven, sé feliz.

Fernando